24/09/2012

ENCIENDE TU LÁMPARA



Después de la parábola del sembrador encontramos la parábola de la lámpara. Porque todo aquel que escucha y recibe en su mente y en su corazón la Palabra de Jesús, no puede quedar indiferente. Esa Palabra es como el fuego 
que enciende una lámpara que no fue hecha para esconderse, sino para iluminar. Tal vez nuestros temores y defectos retrasen un poco el proceso de encendido, pero una vez que arde, es inevitable que irradie su luz a todas partes. 
Por parte del Señor está el firme propósito de prender nuestra lámpara; pero también es necesario poner de nuestra parte para que esto suceda. Por eso viene esta exhortación: “Miren pues cómo escuchan, porque al que tiene se le dará y al que no tenga se le quitará aun eso que cree tener” (Lc 8, 18). 
La primera lectura ha sido tomada del libro de los Proverbios y el párrafo que leemos forma parte del tema de “la felicidad del sabio”. La prudencia, la inteligencia, la reflexión son características del hombre sensato que sabe tomar decisiones; y esas características hacen que no se preocupe sólo por sí mismo, sino que está siempre dispuesto y no niega la ayuda a quien lo necesita. Además, no trama el mal contra alguno, no busca pleitos ni tiene envidias. Una conducta coherente con su buen juicio, le traerán sabiduría, entendiendo ésta, no como acumulación de conocimiento, sino como forma plena de vivir sin excesos.
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