01/11/2012

Superación de la muerte de un ser querido



Autor:Dra. Blanca Elba García y García  
Superación de la muerte de un ser querido
Estimado lector:
Siento mucho su pérdida, la muerte de la pareja, alguien que constituye un pilar en nuestras vidas, es una de las experiencias más dolorosas que existen. Es común que ante la muerte de un ser tan cercano y querido nos conmocionemos de tal forma, que creemos que no podremos seguir adelante; sin embargo, todos encontramos cómo recuperar el camino y sobrellevar nuestra pena. Creo que usted está iniciando este proceso de recuperación, pues a pesar de que en su carta nos comenta lo débil que se siente para seguir adelante, es una gran muestra de fortaleza haber escrito sobre algo tan doloroso. Pedir ayuda, no es un acto de vulnerabilidad, al contrario, es el primer paso para superar situaciones que son difíciles.

Proceso de duelo
Como usted bien sabe, se encuentra pasando por un proceso de duelo. Es decir, un dolor emocional por la pérdida de alguien a quien usted quiso mucho, que tiene el agravante de que fue una muerte repentina. Es una pérdida inesperada que lleva a los dolientes a sentir una gran confusión, vulnerabilidad e inseguridad, que los deja sin poder comprender el significado de lo acontecido, que los lleva a formularse innumerables preguntas que no tienen respuesta.

Cada persona reacciona de manera diferente a esta situación de crisis y la duración de este proceso también es variable. Sin embargo, con el paso del tiempo, las personas se recuperan poco a poco, pasando por diversas etapas. Cuando esto no sucede se habla de un duelo complicado, y se requiere de alguna intervención psicológica o psiquiátrica. Usted está muy a tiempo de resolver este conflicto por sus propios medios, la valentía para escribirnos fue el primer paso.


Etapas del duelo
Al principio de un proceso de duelo, puede predominar una actitud de negación e incredulidad sobre lo que ha pasado, como una defensa contra lo inesperado que nos puede llevar al aislamiento. Esta etapa es sustituida por una sensación de ira o enojo, con la vida, con Dios, o con personas a quienes culpamos de lo sucedido; en esta etapa a veces acusamos injustamente a otros o a nosotros mismos de lo ocurrido, lo que nos lleva a sentirnos culpables o avergonzados cuando somos conscientes de que son hechos de la vida y, en casos como este, realmente nadie es responsable. En un tercer momento, intentaremos resignarnos, negociando con Dios, con la vida o con las personas que nos rodean, para ir superando la experiencia tan dolorosa que hemos sufrido, en un intento por entender o buscar significado a lo sucedido. Es una especie de regateo que hacemos entre lo que pensamos sobre lo que nos pasó y los caminos que se ponen frente a nuestra existencia.

La cuarta etapa se caracteriza sobre todo por la tristeza que experimenta el doliente, se tienen profundos sentimientos de soledad, se pierde interés por lo que nos rodea y una gran desesperación por la pérdida. En esta etapa es difícil pedir al doliente, que no esté triste, al contrario, debe permitírsele expresar todo su dolor para poder dar paso a la siguiente fase, la de aceptación.

En esta última fase, poco a poco la persona va recobrando la paz interior, va adaptándose a la nueva situación, busca formas de salir adelante, empieza a tener fe y esperanza en el futuro. No sin dolor, la persona se da cuenta de que es necesario seguir adelante, ajustándose a lo que vendrá en el futuro.

Este proceso de duelo, que es normal en todas las personas que han sufrido la muerte de un ser querido, va acompañado de muchos sentimientos negativos y contradictorios. Por un lado, ya señalamos el enojo o la tristeza que nos puede causar. También se presentan profundos sentimientos de culpa y de manera irracional nos reprochamos cosas que dejamos de hacer cuando nuestro ser querido vivía. Nos invade también la soledad y la angustia de saber que ya no contaremos con ese ser tan importante en nuestras vidas. Paradójicamente a lo que se piensa, este proceso doloroso, se irá transformando en algo que si bien nos dolerá para siempre, también nos dará fuerza para seguir adelante.


¿Cómo trabajar para superar el duelo?
El mero paso del tiempo no es suficiente para superar los duelos que se enfrentan en la vida, es muy importante que el doliente esté dispuesto a alcanzar la serenidad, a reconstruir una nueva vida, a encontrar un sentido a la vida que parta de su pérdida, a renegociar su relación con la persona que ha fallecido. En su carta usted nos hace muchas preguntas, entre ellas si creemos que puede salir del dolor que siente, si puede volver a tener esperanza, si va a dejar de sufrir, si va a ser un buen padre. A todas ellas yo podría contestarlas con un sí rotundo, siempre y cuando usted empiece a trabajar en ello, considerando los siguientes aspectos:


1. Acepte la realidad de la pérdida
Afrontar que Ana se ha marchado y no volverá. Por supuesto que esto es muy doloroso, pero es real, no se puede cambiar. En este proceso de aceptación es muy probable que busquemos explicaciones para lo sucedido, que incluso lo veamos como un castigo, sin embargo son hechos de la vida misma, para los que no hay una explicación y tenemos que afrontarlos. Sería importante que se acercara a su hijo para hablar de lo sucedido y abrir un espacio en el que ambos puedan compartir la experiencia de su pérdida. Recuerde que si bien usted perdió a su compañera, Carlitos perdió a su mamá y necesita de su padre, su futuro depende de usted.


2. Trabaje las emociones y el dolor de la perdida
En esta tarea de la recuperación, usted tiene ganado mucho terreno, ya que reconoce el gran dolor de su pérdida. Sin embargo, aún tiene que trabajar mucho para que esos sentimientos, no lo hagan perder el control de su propia vida. Busque platicar de esto con alguien de su confianza, lo hará sentirse mejor. También sería muy adecuado que consultara directamente a algún especialista que le ayudara a elaborar este proceso. Asimismo, acérquese a su hijito, compartan la tristeza que están viviendo y hagan planes para salir adelante, hágale sentir que usted estará presente cuando lo necesite. Es en estos momentos cuando más cerca deben estar el uno del otro.


3. Adáptese a la nueva situación
Son muchas las cosas que se tienen que cambiar cuando enfrentamos la pérdida de un ser querido. Tenemos que transformar cosas en nosotros mismos que nos lleven a retomar el sentido de nuestra vida. Por otro lado también hay cambios externos, pues los roles que desempeñamos tendrán que ser diferentes y adaptados a las necesidades actuales, los problemas tendrán que ser resueltos en ausencia de Ana. Poco a poco las cosas de ella que se la recuerdan y le hacen sentir dolor, se convertirán en pretextos para recordarla con cariño y agradecimiento por los años compartidos. Además ella le dejó un gran regalo, su hijo, no se permita perderlo. La educación y desarrollo de la vida de su hijo, dependen de usted, no se resuelven con la atención de alguien más. En la medida que usted retome su vida y funcione como una familia para Carlitos, también su vida laboral y social como sus heridas, irán sanando. Demostrará a su pequeño cómo enfrentar las cosas difíciles de la vida y construirá lazos estrechos con él que fortalecerán el futuro de ambos.


4. Reubíquese emocionalmente frente a su pérdida y siga viviendo
El hecho de perder a alguien no significa que lo olvidaremos o dejaremos de amar. De lo que se trata es de encontrar los sentimientos y el lugar apropiado para recordarlos dentro de su corazón. Existen muchos recuerdos que hacen difícil este proceso, pero el apego al pasado no permitirá la reconstrucción de una vida diferente. Es importante que acepte que las cosas ya cambiaron, haga un espacio en sus pensamientos y sentimientos para todos los demás, sobre todo para su hijo, empiece por él. Si usted se esfuerza, su hijo aprenderá a través de sus enseñanzas a sobreponerse a las adversidades, sobre todo a las que no pueden cambiarse.


Para terminar: abra un camino a la esperanza
Mi estimado lector, su carta me hace sentir la desesperación de su pérdida, pero el hecho de que se haya motivado a escribirnos, me hace pensar en que se está encaminando hacia la recuperación, no deje de luchar por adaptarse a esta nueva situación. No tiene que desvincularse de su amada compañera, más bien tiene que aprender a estar con ella de otra manera, a pensar en ella de otra forma, a buscar maneras de platicar con ella, y de aceptar que su amor seguirá vivo.

Precisamente para que esto no se pierda, usted y su hijo tienen que seguir adelante para guardar el recuerdo de una buena madre y una gran esposa. Hundirse en la depresión, dejará solo a su hijo que ya perdió a alguien tan importante y el camino de ambos se detendrá. En sus manos está la posibilidad de superar esta situación, nadie lo hará por usted y sin embargo, su actitud afectará la vida de todos los que le rodean. Recupere su vida familiar que cambió, pero que no desapareció. Abra un camino hacia la esperanza, que le servirá de sostén y fortaleza. Dé un sentido a tanto dolor, buscando una misión que cumplir, que en su caso es muy clara: el cuidado de su hijo.

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